viernes, 30 de agosto de 2013

Tomás de Aquino, Maestro del Orden - Jesús García López

Tomás de Aquino, Maestro del Orden
Jesús García López


Resumen biográfico

Tomás de Aquino nació a principios de 1225 en el Castillo de Rocaseca, cerca de Aquino. Su padre, Landulfo, descendiente de los condes de Aquino, era señor de Rocaseca, y su madre, Teodora, era hija de los condes de Chieti. El matrimonio tuvo 12 hijos, siete varones y cinco mujeres. Tomás era el más pequeño de los varones.

Cuando tenía cinco años entró como oblato en el Monasterio de Montecasino, del que era abad Landulfo Sinibaldi, pariente de la familia, y allí permaneció nueve años, durante los cuales aprendió las primeras letras, la gramática latina y la italiana, la música, la poesía y la salmodia. El ambiente religioso en que vivía despertó en él una gran curiosidad por las cosas divinas. Preguntaba con frecuencia a sus maestros: quid est Deus?, ¿qué es Dios?

En 1239, Federico II se apoderó de Montecasino, expulsando de allí a los monjes, y convirtiéndolo en fortaleza. El joven Tomás tuvo que abandonar el Monasterio, y fue enviado a continuar sus estudios en la Universidad de Nápoles, que había sido fundada por el mismo Federico II el año 1224. Allí estudió el trivio con Pedro Martín de Dacia, y el quadrivio con Pedro de Hibernia. Durante sus estudios conoció a los dominicos, y tras la muerte de su padre, acaecida en 1243, pidió en 1244 el ingreso en la Orden. Tenía entonces muy cerca de los diecinueve años.

La madre se oponía a su entrada en los dominicos, y por ello, en cuanto tuvo noticia del suceso, se dirigió a Nápoles para traerse con ella al joven novicio. Pero sus superiores le habían enviado ya al Convento de Santa Sabina de Roma, y poco después a París. La madre, al no encontrar a su hijo ni en Nápoles ni en Roma, mandó aviso a los otros hermanos de Tomás, que se encontraban en Toscana al servicio de Federico II, para que lo apresasen y lo llevasen a Rocaseca. Así lo hicieron, en efecto, y permaneció recluido en el castillo de la familia algo más de un año. Querían hacerle abandonar la vida de religioso mendicante que había elegido, pero no lograron hacerle cambiar de decisión. A finales de 1245 se fugó de Rocaseca y volvió a Nápoles para terminar allí su noviciado.

Poco después fue enviado a París, donde permaneció hasta 1248, estudiando bajo la dirección de Alberto Magno. Siguió a éste ese mismo año hasta Colonia, donde acababa de abrirse un nuevo Estudio General de la Orden, del que fue nombrado regente el propio Alberto, y allí prosiguió sus estudios hasta terminarlos en 1251, año en el que fue ordenado sacerdote. A esa etapa de sus estudios en Colonia corresponde la anécdota del apodo que le pusieron algunos de sus condiscípulos. Le llamaban el buey mudo de Sicilia, dada su gran estatura y su silencio y concentración. Pero bien pronto dio muestras de su extraordinario talento, en un acto escolástico del que fue protagonista. Alberto Magno, al finalizar dicho acto, exclamó: «Llamáis a éste el buey mudo, pero yo os aseguro que este buey dará tales mugidos con su doctrina que resonarán en el mundo entero».

Tomás comenzó su profesorado en Colonia bajo la dirección de Alberto, pero lo desarrolló allí por poco tiempo, ya que en 1252 fue nombrado para regentar la cátedra de extranjeros que tenían los dominicos en su Estudio General de Santiago, adscrito a la Universidad de París. Primero impartió clases como Bachiller bíblico, durante los cursos 1252-1253, y después como Bachiller sentenciario, durante los cursos 1254-1255. A este segundo período corresponden sus comentarios sobre las sentencias de Pedro Lombardo.

En febrero de 1256 recibió la licentia docenal, que le habilitaba para actuar como maestro in sacra pagina. A pesar de las turbulencias que agitaban por aquellos años la Universidad de París, su enseñanza, durante tres años seguidos (1256-1259), y su actividad de escritor, fueron de una extraordinaria fecundidad. En 1259 abandona la Universidad de París para volver a Italia.

En ese año, en efecto, es nombrado profesor en el Studium Curiae. Enseñó en Anagni (1259-1261), en Orvieto (1262-1265), en Roma (1265-1267) y en Viterbo (1267-1268), es decir, en donde sucesivamente residía la corte pontificia, a la que acompañaba Tomás de Aquino como profesor de su Estudio General y como teólogo-consultor del Papa. Esta época de su vida, como la de su primera estancia en París, fue también excepcionalmente fecunda como escritor. En Orvieto pudo contar además con la colaboración de Guillermo de Moerbeke, gran helenista, quien hizo para él una traducción muy fiel y exacta de las obras de Aristóteles; y en ese texto basó sus célebres comentarios a las obras del Estagirita.

En 1269 vuelve Santo Tomás a París, contra la costumbre de que un maestro no solía repetir su enseñanza en el mismo lugar. Pero así lo aconsejaban las nuevas luchas contra los mendicantes, que habían vuelto a recrudecerse en dicha Universidad. Permaneció en ella hasta 1272, rodeado de la gran estimación de sus discípulos y de un enorme prestigio. 

En 1272 vuelve definitivamente a Italia y enseña en la Universidad de Nápoles hasta 1273. Estaba entonces terminando de redactar la Suma teológica. El seis de diciembre de ese año tuvo un arrobamiento muy prolongado durante la celebración de la misa. Quedó como fuera de sí. Y a partir de entonces no volvió a escribir. Su compañero Reginaldo de Priverno le insistía para que terminara la Suma, a la que ya faltaba muy poco; pero siempre contestaba lo mismo: «No puedo». Se le mandó que tomase un descanso, pero no se reponía. Reginaldo volvió a insistirle: «Dígame, por amor de Dios, por qué no puede», y entonces fue cuando le contestó: «Después de lo que el Señor se dignó revelarme el día de San Nicolás, me parece paja todo cuanto he escrito en mi vida, y por eso no puedo escribir ya más».

Murió el 7 de marzo de 1274 en la Abadía de Fosanova, cuando se dirigía, por orden del Papa, a tomar parte en el Concilio de Lyon.



Fuente: Jesús García López, “Tomás de Aquino, Maestro del Orden”, 
Editorial Cincel-Kapelusz, Bogotá 1985, págs. 9-11.



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